19/03/2024

La prehistoria y la edad antigua

Rasgos generales de la Prehistoria. Atapuerca.

Los pueblos prerromanos. Las colonizaciones históricas de fenicios, griegos y cartagineses.

Conquista y romanización: la pervivencia del legado cultural romano en la cultura hispánica.

Las invasiones bárbaras. El reino visigodo: instituciones y cultura.

Rasgos generales de la Prehistoria. Atapuerca.

El planeta Tierra puede tener una antigüedad de unos 5000 millones de años. El proceso de humanización se ha producido en los últimos 3500000 años.

Se denomina Prehistoria al periodo más largo de la historia de la humanidad, ya que abarca desde la aparición del primer homínido (australopithecus) hace unos 4 millones de años, hasta la aparición de la escritura hacia 3500 a.C. Este largo periodo de tiempo se divide a su vez en tres etapas: Paleolítico, Neolítico y Edad de los Metales.

El Paleolitico (piedra vieja) se extiende desde la aparición del primer homínido hasta la aparición de la agricultura en el llamado Creciente Fértil hace unos 10000 años. Tradicionalmente se divide en tres períodos: Inferior (hasta hace 200000 años), Medio (hasta hace 35000 años) y Superior (hasta alrededor de 10000 a.C); a él se le añade un período terminal llamado Epipaleolítico (la etapa siguiente al Epipaleolítico y anterior al Neolítico es el Mesolítico). Este periodo se caracteriza porque la población era nómada, vivía de la caza y la recolección y tenía una tecnología basada en la talla de la piedra. Es en esta etapa cuando se produjo el proceso de hominización:

En el paleolítico inferior se desarrollaron diferentes tipos de homínidos de los que se han encontrado restos en África fundamentalmente. La población debía ser muy reducida y dependerían del medio natural. Los más antiguos son los australopithecus, homo habilis, homo ergaster y homo erectus (que sale de África).

En el paleolítico medio aparecen los primeros homos desarrollados. Dominan el fuego y perfeccionan los útiles de caza. Los grupos son más numerosos y emigran tras los animales y la maduración de los frutos.

El homo más desarrollado e importante del Paleolítico Medio es el homo neandertalensis (o Neandertal). Se cree que evolucionaron a partir del homo erectus en Europa y Asia occidental. Practicaba una industria de lascas muy evolucionada (industrias de lascas, raederas, puntas de azagaya). Es seguro que enterraba a sus muertos. Era robusto y adaptado al clima frío de las glaciaciones y su capacidad craneana era similar a la nuestra. No era nuestro antepasado pues se extinguió hace 35000 años.

Hasta hace muy poco tiempo se consideraba que el hombre de neandertal había sido el primero que había llegado a Europa desde África, hace aproximadamente unos 40000 años. Las excavaciones que se están realizando en Atapuerca (Burgos) han puesto en duda todo lo anterior. En la Gran Dolina se han encontrado restos de hombres (homo antecessor) con una antigüedad de más de un millón de años, con una industria lítica (cantos trabajados, pebble culture), conocedores del fuego, que practicaba el canibalismo y con una capacidad craneal muy similar al hombre de Neanderthal pero más antiguos.

En las cuevas, la Sima de los Huesos, se han encontrado restos de un homo mucho más reciente y evolucionado, homo heidelbergensis. Tiene una antigüedad de 300000 años, se cree que desciende del homo antecessor evolucionando a partir de éste en Europa. Practicaba una industria de bifaces, y es posible que empezara a enterrar a sus muertos (Sima de los Huesos de Atapuerca), también practicaba caza mayor (cazaderos de elefantes de Torralba y Ambrona). Seguramente no era nuestro antepasado.

Por estos hallazgos Atapuerca se ha convertido en el yacimiento paleolítico más importante de Europa.

Otros restos del paleolítico medio aparecen a lo largo de la geografía peninsular: la terrazas del Manzanares (Madrid), en Morín (Cantabria), en Orce (Granada), Gibraltar, en la costa valenciana y en el interior de Cataluña.

El paleolítico superior se inicia con la última glaciación sobre el 35000 a C. En él aparece el homo Sapiens Sapiens, el hombre de Cro-Magnon, de características muy similares al hombre actual. Vivían en cuevas y poseían una tecnología tan desarrollada que les permitía una cierta división del trabajo. Eran grupos más numerosos y han dejado restos por casi toda la península.

La aportación más importante del paleolítico superior fue el arte. Decoraban sus cuevas con pinturas naturalistas policromas de carácter mágico y decoraban con relieves sus pertenencias. La joya de este arte es la cueva de Altamira (Cantabria) pero existen cuevas pintadas con motivos similares en toda la zona norte peninsular desde Galicia a Aragón.

En torno al año 10000 a.C. se produjo un cambio climático, se terminan las glaciaciones. Los cambios medioambientales supusieron el fin del mundo cazador del paleolítico superior y comienza el Mesolítico que en la península dura hasta el 4000 a.C. En este momento en el levante peninsular surge una sociedad nueva: cambian los animales cazados y las costumbres. Viven al aire libre y decoran con pinturas esquemáticas monocromas los abrigos rocosos.

El Neolítico (piedra nueva) se inició hace 10000 años en el Próximo Oriente con la llamada Revolución Neolítica, que significó aparición de la agricultura, la ganadería, el sedentarismo y una nueva tecnología basada en la piedra pulida, pero también en la producción de tejidos y cerámica.

Esta nueva forma de vida llegó a la península a través del Mediterráneo en torno al quinto milenio a.C. (Coveta D’Or- Valencia) y se desarrollaron la cultura de la cerámica cardial (marcadas con conchas de un molusco) y la cultura de los sepulcros de fosa (zona de Cataluña).

Desde el Próximo Oriente y a través de Mediterráneo siguió llegando las influencias de los nuevos conocimientos y de los metales. Hacia el 2500 a.C. surge en la península una cultura del cobre en la zona de Almería, los Millares por influencia mediterránea. Posteriormente y también en la misma zona se desarrollarán las culturas del bronce que darán lugar a la cultura de El Argar (Almería), la cultura del vaso campaniforme y extenderán el megalitismo. El megalitismo se extenderá por toda la Península llegando a la zona gallega y balear hacia el 1000 a.C. Los monumentos (dólmenes) son más complejos y de mayor tamaño cuanto más al sur y el este de la Península se encuentren (en Menorca navetas, taulas, talayots…).

En torno a 1100 a.C. llega a la Península el hierro aportado por los pueblos celtas que penetran por el norte, a la vez que los fenicios fundan Gades (Cádiz) primera ciudad europea, en ese mismo año.

Los pueblos prerromanos. Las colonizaciones históricas de fenicios, griegos y cartagineses.

Los grupos humanos peninsulares evolucionaron muy rápidamente por el contacto con los pueblos colonizadores (fenicios y griegos) y por la llegada de los pueblos indoeuropeos.

La primera cultura protohistórica peninsular es Tartessos. Tartessos es el nombre de un mítico reino indígena que aparece reflejado en las antiguas fuentes escritas de los griegos y quizá bíblicas, famoso por sus fabulosas riquezas. Hoy en día podemos calificarlo como una cultura bastante avanzada situada en Andalucía occidental a caballo entre el Bronce Final y la Edad del Hierro. Esta cultura entró en contacto con los fenicios en el siglo VIII a.C. y de este contacto se derivó un gran desarrollo económico (explotación masiva de plata) y cultural (desarrollo de una escritura propia, de complejos sistemas artesanales, urbanísticos, funerarios, etc.) Tras este período de auge, Tartessos entró en decadencia y desapareció a fines del siglo VI a.C.

  • colonizadores: indoeuropeos, fenicios, griegos y cartagineses

Por los Pirineos llegaron a la Península Ibérica desde centroeuropa grupos de pueblos indoeuropeos entre finales del siglo XI a.C. y el siglo VI a.C. Se asentaron en el norte y el oeste peninsular. Conocían el hierro, tenían una economía basada en la agricultura y la ganadería, y algunos de ellos practicaban un ritual funerario basado en la incineración del cadáver cuyas cenizas eran depositadas en unas urnas que luego se enterraban (campos de urnas).

Por el mar Mediterráneo llegaron a la península en torno al 1100 a.C. los fenicios, un pueblo procedente del actual Líbano y que fueron los comerciantes más importantes del Mediterráneo. Fundaron numerosas ciudades factorías en la costa sur mediterránea, entre ellas Gades, la primera ciudad europea. Vinieron atraídos por la gran riqueza de metales del sur de la Península (Río Tinto): estaño, plata y oro. Utilizaban el trueque. Aportaron a los iberos la escritura, la salazón de pescado, la agricultura mediterránea (olivo, vid) y la organización urbana.

En el 600 a.C., las ciudades fenicias de Líbano fueron conquistadas por los persas y las colonias peninsulares pasaron a depender de una colonia fenicia del norte de Africa (actual Túnez), llamada Cartago. Los cartagineses siguen totalmente las estructuras fenicias, siendo más militaristas e imperialistas. Dominaron militarmente el sur y este peninsular tras la I Guerra Púnica (264 – 241 a.C.); permanecerán hasta su enfrentamiento con los romanos (s. III a.C.). Asdrubal Barca fundó Cartago Nova (Cartagena).

En torno al 800 a.C. llegan a las costas peninsulares mediterráneas grupos de colonizadores griegos. Se asentaron en el norte de Valencia y costa Catalana (Rosas y Ampurias). Eran colonias que dependían de la polis de Marsella. Su impacto cultural no fue tan importante y duradero como el fenicio y el posterior romano. Enseñaron el uso de la moneda y aportaron su alfabeto.

  • Culturas Prerromanas autóctonas: Iberos y Celtas (1000 a.C.-200 a.C.)

El contracto de unos u otros colonizadores con los pueblos indígenas dio lugar a lo largo del primer milenio a.C. a la configuración de dos culturas diferentes en la Península Ibérica: iberos y celtas.

La cultura ibera surge en el sur y este peninsular. No es un pueblo nuevo sino que es una evolución de una cultura autóctona que recibe influencias de los pueblos mediterráneos (fenicios y griegos). Vivían en pequeñas ciudades. Tenían una economía agrícola desarrollada que les permitía comerciar con diferentes productos excedentarios. En la zona sur destaca la explotación minera que les permitió desarrollar una importante actividad metalúrgica tanto en la orfebrería como para fabricar armas (falcata). Conocían la moneda y la escritura. Tenían una organización política de monarquía y jerarquías sociales.

Los celtas son la mezcla de pueblos indoeuropeos que procedían de Centroeuropa, y llegaron en torno al año 1100 a.C. con los pueblos indígenas del interior peninsular. Se extendieron por el norte y centro peninsular. Eran pastores y agricultores, con escasos intercambios comerciales. Conocían el hierro y la domesticación del caballo. Vivían en pequeños poblados (castros). No conocían la moneda, ni la escritura y no tuvieron contacto con los mercaderes mediterráneos. Su organización era tribal e igualitaria.

Conquista y romanización: la pervivencia del legado cultural romano en la cultura hispánica.

Los romanos son los colonizadores-conquistadores que más tiempo van a permanecer en la Península: desde 218 a.C. hasta el 476 d.C. Son 700 años de influencia.

Los romanos llegaron a la península en su enfrentamiento con los cartagineses en la II Guerra Púnica (s. III a.C.). La conquista de Iberia por parte de los romanos fue un proceso de carácter militar que supuso la ocupación del territorio por los ejércitos romanos y la sumisión de los pueblos que poblaban la Península Ibérica. Este proceso se realizó en tres fases:

  • Conquista del Levante y de la Bética (Andalucía) durante la II Guerra Púnica (218-202 a.C.). Escipión “El Africano” derrotó a los ejércitos cartagineses liderados por Anibal. Este territorio ibero se convirtió en la zona más romanizada y más rica de la Península (Tarraco, Híspalis, Itálica…).

  • Conquista de las Mesetas. Después de fuertes enfrentamientos con lusitanos (Viriato) y celtíberos (Numancia), se domina este territorio en torno a 133 a.C. Va a ser el gran granero cerealista de Hispania (Emérita Augusta)

  • Zona Cantábrica de Galicia a los Pirineos. Ofrecieron una fuerte resistencia y nunca fueron totalmente asimilados. Se termina de dominar con el emperador Augusto en el 17 a.C.

La romanización es el proceso de asimilación de las leyes, cultura, economía, religiones, idioma, costumbres… romanas por parte de las comunidades indígenas. No es un proceso exclusivo de la Península Ibérica, sino que afectó a todos los territorios conquistados por los romanos.

La romanización fue un lento proceso que se inició con la conquista; se dio con distinta rapidez e intensidad dependiendo de los pueblos indígenas. Los romanos respetaron, por lo general, las instituciones y el derecho tradicional de los pueblos dominados. La infiltración cultural fue lenta y favorecida por las obras públicas, el desarrollo del comercio y de las nuevas técnicas agrarias, y por el gobierno provincial romano.

Los vehículos de la romanización fueron:

  • La organización administrativa y del territorio según el modelo romano. Los romanos dividieron la península en provincias: durante la República hubo dos (Ulterior y Citerior), en el Alto Imperio tres (Lusitania, Bética y Tarraconensis) y en el Bajo Imperio cinco (Lusitania, Bética, Tarraconensis, Cataginensis y Galaecia). Al frente de cada provincia estaba un procónsul o propretor. Las provincias se dividían en conventos jurídicos para la administración de justicia y la recaudación de impuestos.

  • La extensión de la vida urbana romana por la Península.

Los romanos desarrollaron las ciudades de origen ibero existentes y crearon multitud de nuevas ciudades y asentamientos en las zonas de origen celta. Esas ciudades obtuvieron diferente categoría dependiendo del apoyo o no a la expansión romana. Así, había ciudades “inmunes” que no tenían que pagar impuestos, ciudades “federadas” que habían firmado un o pacto con Roma y había ciudades “estipendiarias” que al haberse opuesto a Roma estaban gravadas por el pago de impuestos especiales.

Algunas de las ciudades que fundaron los romanos se originaron en los campamentos militares romanos (León), y otras fueron colonias pobladas por veteranos del ejército romano (Mérida). Las “colonias” estaban habitadas por ciudadanos romanos y organizadas a semejanza de Roma como Itálica, Emérita Augusta, Pompaelo…

  • Junto a la creación de ciudades es importantísimo el desarrollo de las obras públicas (puentes –Alcántara- o acueductos –Segovia-) y las vías de comunicación (calzadas y puertos) que comunicaban los nuevos territorios con el resto del Imperio a la vez que servía de elementos propagandísticos del poder de Roma.

  • El papel del ejército romano en el que se enrolaban los indígenas. Entrar en el ejército era una vía de promoción social. Posteriormente, tras licenciarse los soldados, ya romanizados, contribuían a la romanización de su propia tribu.

  • La concesión de la ciudadanía romana a los indígenas.

  • La integración de la Península en los circuitos económicos y comerciales romanos.

Los romanos abrieron la península al comercio mediterráneo. Crearon una economía monetaria que transformó toda la agricultura y perfeccionaron las técnicas artesanales y mineras.

  • La agricultura se transformó incorporando nuevas técnicas como la rotación trienal, el arado, los abonos y los regadíos del Levante, Ebro y Andalucía. Se especializó en productos comerciales: cereales, vid y olivo. La explotación de la tierra se realizaba en latifundios esclavistas que eran gestionados desde las villas (grandes explotaciones agropecuarias, trabajadas por esclavos y cuya producción se destinaba principalmente a la exportación).
  • La artesanía no alcanzó un gran desarrollo por el intento de Roma de evitar la competencia con Italia. No obstante, se desarrollaron las artesanías que tenían relación con la actividad exportadora peninsular: cerámica, salazón, medios de transporte.
  • Las ciudades se convirtieron en centros comerciales a la vez que en ellas residían los administradores privados y públicos, los tribunales y todos los servicios.

Otra de las consecuencias de esta romanización fue la aparición de una sociedad hispanorromana que se estructuró a imagen de la romana. Era por tanto una sociedad esclavista; es decir, la base de la economía eran los esclavos que realizaban la mayor parte de los trabajos. Así, la principal distinción se hacía entre personas libres y esclavas. Dentro de la población libre se distinguía entre senatoriales (ciudadanos romanos de plenos derechos civiles y políticos, normalmente grandes latifundistas), ecuestres o caballeros (ciudadanos romanos de clase media, funcionarios, comerciantes o pequeños propietarios), los decuriones (formados por los ciudadanos más ricos de las ciudades que monopolizaban el gobierno municipal) y en el último escalafón estaban los plebeyos o la plebe.

Los indígenas se integraron y mezclaron rápidamente con los ciudadanos romanos. Las élites autóctonas se integraron en el orden senatorial y ecuestre, mientras que los grupos menos favorecidos se integraron en el orden decurial o simplemente fueron considerados plebeyos o peregrinos. De todas las formas el hecho más importante de la conquista fue la aparición de una sociedad esclavista; la mayor parte de la población fue esclavizada y trabajaban en la agricultura, en las minas o en las obras públicas. Poco a poco la mayoría de la población fue liberada (manumitida). Estos libertos realizaban trabajos remunerados para sus antiguos amos, en el servicio doméstico o en la administración.

Los emperadores romanos fueron concediendo a familias indígenas y a ciudades enteras el derecho de ciudadanía latina o romana que permitieron la expansión del derecho romano. En emperador Antonio Caracalla concedió el derecho de ciudadanía romana a todos los habitantes del imperio (212).

Como consecuencia de esta asimilación social muchos hispanos llegaron a la cumbre de la administración imperial (Trajano, Adriano, Teodosio) o fueron figuras muy importantes de la cultura (Séneca, Marcial,…).

Por otra parte, uno de los aspectos fundamentales de la romanización fue la extensión del latín y la desaparición paulatina de las lenguas indígenas (salvo el caso del euskera). Esto es lo que sucedió en todo el Imperio y en la Edad Media dio origen a las lenguas romances.

A lo largo de toda la dominación romana pervivieron las religiones autóctonas y sobre ellas los romanos influyeron con sus ritos y creencias. Extendieron como obligatorio el culto al Emperador. En el siglo IV d.C. el emperador hispano Teodosio “El Grande” con el Edicto de Milán (313) impuso como religión oficial y única el cristianismo católico en todo el Imperio.

A partir del siglo III, Roma entra en una crisis profunda y se inicia un proceso de ruralización. El comercio desaparece y las ciudades se despueblan a causa del desabastecimiento y la inseguridad. Esta situación llevó a los grupos más poderosos a trasladar su residencia de la ciudad al campo, a las villas, que se transformaron y, aunque continuaron siendo unidades de producción agropecuaria, su producción se diversificó para atender a una nueva economía de subsistencia. Esa transformación afectó también a los edificios que integraban las villas, de forma que se dotó la vivienda principal de las comodidades y lujos de que se disponía en la ciudad (termas, calefacción radiante, mosaicos en suelos y paredes…), como se puede apreciar en La Olmeda (Palencia), Baños de Valdearados (Burgos) o Almenara Puras (Valladolid).

Además de económica y social, la crisis del siglo III fue una crisis política agudizada por la presión que los pueblos bárbaros ejercían sobre las fronteras del imperio y la incapacidad del ejército romano de defender las fronteras frente a los germanos.

  • Las invasiones bárbaras. El reino visigodo: instituciones y cultura.

En el s. V varios pueblos germanos asolan la Península (suevos, vándalos y alanos). Un pueblo germano federado (aliado) de Roma, los visigodos, son enviados por el emperador romano para restablecer el orden. Cuando definitivamente desaparece el poderío de Roma (476) son los que quedan como única autoridad. Su dominio va a durar hasta el año 711.

Tras la desaparición del Imperio Romano Occidental los visigodos crearon un reino germánico que tenía como capital Toulouse. A partir del 507 después de la batalla de Vouillé, en la que los visigodos son derrotados por los francos, los visigodos se trasladarán en masa a la península. Fundaron el reino visigodo con capital en Toledo manteniendo el dominio sobre la narbonense en el sur de la Galia.

El reino visigodo fue una mezcla de romanismo y germanismo. La organización administrativa romana, las leyes, el latín y la moneda fueron admirados por los visigodos que intentaron mantenerlas; junto a las pervivencias romanas aparecieron un derecho consuetudinario de origen germánico, las vinculaciones personales y una organización de base étnica.

Los visigodos se gobernarán con un sistema de monarquía electiva que originará graves guerras civiles sucesorias. El rey era asistido por órganos de gestión llamados Officium, presididos por los condes. Además existían una Aula Regia o Consejo del Rey, integrado por magnates y obispos con un vínculo de fidelidad personal al rey con una función de asesoría, y los Concilios de Toledo que integrados por magnates, eclesiásticos y jefes militares intervenían en asuntos religiosos y civiles.

Los visigodos se constituyeron en el grupo dominante que ejercía su poder sobre una inmensa mayoría de hispanorromanos. Esta política de segregación racial se veía reforzada por la prohibición de matrimonios mixtos, por la existencia de dos códigos legales distintos (Código de Eurico para los visigodos y el Código romano reformado por Alarico II para los hispanorromanos) y diferente religión (hispanorromanos mayoritariamente cristianos católicos y los visigodos cristianos arrianos). La segregación étnica y la falta de administradores profesionales entre los visigodos originaban inestabilidad.

El rey más importante y poderoso del reino visigodo de Toledo fue Leovigildo (573-586), que conquistó al reino suevo de Galicia, dominó a los vascones y expulsó a los bizantinos de la mayor parte de la península. Intentó crear una monarquía hereditaria asociando al trono a su hijo (Recaredo), eliminó la prohibición de los matrimonios mixtos, intentó integrar a los hispanorromanos en la administración y buscó la unidad religiosa intentando imponer al cristianismo arriano como la única religión oficial. Esta labor de centralización fracasó por la sublevación de su propio hijo, Hermenegildo.

Recaredo (586-601) consiguió la unidad religiosa en el Tercer Concilio de Toledo (589) con la conversión de los visigodos al catolicismo y avanzó en el dominio de los territorios peninsulares.

Suintila (621-631) consiguió el dominio total de la península y una serie de plazas fuertes en el norte de Africa.

Con Chindasvinto (642-649/53) y Recesvinto (653-672) se consiguió la integración legal con la proclamación de un único código legal, el Liber Iudiciorum (Fuero Juzgo) común para ambas comunidades.

En economía mantuvieron las estructuras heredadas de Roma, pero con una clara decadencia: desaparición del comercio, de la moneda, tribunales, ruina de las obras públicas; es decir, se crea una economía de subsistencia.

A los grandes propietarios de origen romano se unieron nuevos latifundistas godos que recibieron enormes extensiones de tierras reales (beneficia) por los servicios prestados y que serán el germen de un prefeudalismo.

A pesar de estos intentos de integración entre las dos comunidades no se produjo la creación de una sociedad homogénea. La rápida llegada de los musulmanes impidió su cristalización como ocurrió en Francia y en el resto de Europa.

Tras la muerte del rey Vitiza se produce una guerra civil y uno de los bandos pidió ayuda a un nuevo poder norteafricano, los musulmanes, que llegan a la península en el 711. Tras derrotar al rey Rodrigo (Guadalete) los musulmanes dominaron la península durante ocho siglos.

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