19/04/2024

Alejandra Molina Serna

Foto: Fernando Carranza
Foto: Fernando Carranza

En el territorio mexicano se contabilizan alrededor de 550 especies de cactáceas, de las cuales 385 son endémicas y conforman el 70 por ciento de la planta, cuyo origen, es 100 por ciento mexicano.

San Luis Potosí guarda en su demarcación 220 especies que representa el 40 por ciento de la totalidad existente en el país, que lo convierte, en la entidad con mayor variedad de cactácea.El clima y la situación geográfica de la Ribera de Chapala resultan propicios para la reproducción y cultivo de cactáceas, una planta que además de nacer y crecer en zonas desérticas de México ha logrado aclimatarse, a través de los siglos, en lugares donde el paso del hombre no las extermine.

Cactibiosfera es un proyecto ecoturístico. Un vivero dedicado a la reproducción de cactus y suculentas situado en el fraccionamiento La Canacinta en Ajijic, Jalisco, a pocos metros de la carretera Chapala-Jocotepec.

Eduardo Yasser, quien creó el concepto desde 1999 y es tapatío de nacimiento, inició el proyecto como un estilo de vida para regresarle a la tierra, en una forma sincrética, lo que realmente le pertenece.

“El cactus siempre estuvo presente en mi vida. Cuando pienso en su forma… asemeja y refleja la personalidad del mexicano: crecen en lugares muy inhóspitos, con insuficiente agua, en tierras poco orgánicas (a veces) y un espíritu fuerte y la vez reacio”, relata.Debido a que el trabajo es arduo en la reproducción, cultivo, clasificación y estudio de la cactácea, Eduardo Yasser conformó un binomio multidisciplinario con Lara Cornejo (procedente de Sonora) quien es bióloga por la Universidad de Guadalajara y ahora establece sus conocimientos en materia taxonómica.

Dentro de los antecedentes, de todo el continente americano (México) es unos de los países con mayor biodiversidad en cactáceas. Las zonas desérticas del norte del país, así como el Istmo de Tehuantepec son ricas en la planta; sin embargo, aunque Jalisco no se caracteriza por su abundancia en flora cactológica, en este territorio viven aproximadamente 100 especies.

“En la zona de Los Altos (específicamente Ojuelos) existen globosas y el milenario nopal. Asimismo, en los alrededores de la cuenca de Sayula se encuentran las mamilarias, biznagas o pitayos; es importante resaltar que los términos no corresponden a la denominación científica, pero el común de la gente así los conoce”, apunta Lara Cornejo.

En las zonas costeras o tropicales pueden encontrarse las epifitas o los cactus colgantes, estos últimos nacen sobre los árboles y las rocas.

Los estados del Centro de México -Hidalgo, Querétaro o Puebla- cuentan con gran número de cactáceas, mientras que Sonora y Baja California acogen especies endémicas.

Eduardo Yasser puntualizó que en Cactibiosfera tienen enumeradas más de 102 especies que están a la venta del público. “En relación a la planta madre contamos con 170 especies entre cactus, suculentas y pachypodium, por lo que todos los cuidados son especializados”.

Cabe resaltar que viveros similares a Cactibiosfera sólo opera otro en el interior del estado, pero en México se contabilizan aproximadamente 10 y están en Puebla, Cuernavaca, Querétaro y Coahuila.

“Hay más coleccionistas privados que viveros de reproducción y venta de cactus, pero aquí recibimos a las personas que buscan, lo que denominan, plantas raras”.

A decir de Lara Cornejo, el término “raro” representa aquella planta que es de lento crecimiento, que tiene una distribución restringida, se encuentran en peligro de extinción, o bien, ya no existen en un ámbito silvestre y únicamente viven en las colecciones.

RAPIÑA

La cactácea mexicana ha sido presa fácil de la destrucción del hombre, ya sea por voraces coleccionistas, la construcción de carreteras, por el comercio de semillas en los Estados Unidos, el tráfico asiático de plantas exóticas, el mercado negro y la propia mano del mexicano.

“Las autoridades venden localidades -denuncia Eduardo Yasser- que son ricas en fauna, aún no exploradas y mucho menos clasificadas, de ahí que desconozcamos la existencia de prototipos”.

Por viajes de exploración en suelo nacional, detectó que hay plantas sin estudiarse que cuentan con miles de años como la Pereskia, el principio de los cactus: con hojas y espinas.

Algunos cactus desaparecieron de su hábitat por el crecimiento de las manchas urbanas, caso concreto ocurrió con el echinocactus grusonii que hoy en día es popular entre los compradores y vulgarmente lo conocen como “asiento de suegra”.

Otro ejemplo, fue cuando se realizó la construcción de la presa de Zimapán, en Querétaro, donde sus localidades fueron demolidas. “Habitaban plantas muy añejas y se sacrificó a la población más densa para la edificación”.

A pesar de que las autoridades federales estudiaron el impacto ambiental, fue gracias a la acción de particulares quienes rescataron las plantas más antiguas y las entregaron a un jardín botánico de San Miguel de Allende, Guanajuato, donde ahora son conservadas.

PLANTA RARA

Las plantas africanas no son cactus, mientras que las suculentas son plantas crasas que existen en cualquier parte del mundo y se clasifican por género. En México está el agave, los aloes y el pachypodium, por citar algunos.

Entre las rarezas que Eduardo Yasser conserva (en su colección privada) está la Astrophytum caput-medusae recientemente descubierta en Nuevo León.

“Tiene ocho años de haberse clasificado. En un viaje por Bangkok, en Tailandia, la vi por primera vez; obviamente estas plantas primero van a Europa, por la simple y sencilla razón que esos científicos costean las investigaciones en nuestro país”.

Un biólogo de la Comisión Federal de Electricidad (CFE) fue quien la descubrió. “(Él) formaba parte de los grupos de avanzada que inspeccionan las zonas antes de la acción de las maquinarias (…) y el hallazgo ocurrió antes de derrumbar los montes”. Hasta la fecha es un secreto el lugar exacto de su localización. Buscamos preservar y proteger estos sitios de la presencia humana.

 

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